lunes, 2 de julio de 2012

DECIDIÓ OLVIDAR SIN QUEJA Y AMAR SIN LIBERTAD

En ese momento se dio cuenta de que sólo era una más: un pequeño fantasma del pasado, muy pequeño. En tan sólo milésimas de segundo, aprendió que los castillos en el aire no son buenos y que caer desde tanta altura tiene sus consecuencias, sobre todo, si no tienes un seguro en el que apoyarte después. Por fin, le encontró sentido a lo que sus amigas le llevaban diciendo desde que aquel otro capullo la había hecho pedazos: los príncipes azules tienen la manía de desteñirse con el paso del tiempo. Y las amigas también, pensó. Me confesó que se había jurado a sí misma no volver a confiar ciegamente en nadie. Decidió olvidar sin queja y amar sin libertad. Y tan sólo a la mañana siguiente se dio cuenta que las decisiones con alcohol nunca son buenas.